Las intersecciones son mágicas. Atractivas por un lado y misteriosas por otro. En las intersecciones se unen lo exterior con lo local, el orgullo de los locales y la curiosidad de los foráneos. Eso sucede en Urola Kosta. Un entorno excepcional, trabajado por la naturaleza y el ser humano durante el largo trayecto histórico. Zumaia, Getaria, Zarautz, Orio y Aia se tejen con las redes de las viejas y las nuevas costumbres.
El cauce del río Oria une las historias de Orio y Aia. Para adentrarte en algunos de los barrios de Aia, primero has de cruzar Zarautz. Entre ambos, se sitúa el Parque Natural de Pagoeta, con una extensión de 2.860 hectáreas. Si miramos desde Zarautz, veremos como se adentra el sol a las espaldas del monte San Antón, detrás del conocido ratón de Getaria. Dos pueblos, que antaño lucharon en la caza de la ballena.
Hoy en día, ofrecen un recorrido impresionante de un pueblo al otro, dejando las playas al fondo y al albor de los acantilados, en un entorno precioso donde disfrutan marineros y surferos de las cinco localidades.
Ese recorrido se desarrolla junto a la carretera N634. Esa impresionante carretera te llevara desde Getaria hasta Zumaia. Un recorrido sinuoso, espectacular con mar gruesa. Según los expertos, es una de las carreteras más atractivas para conducir y disfrutar del paisaje. Todo ello en un entorno donde el río Oria y el Urola se hacen a la mar. ¡Todo un deleite perderse en esa cartografía!
Intersecciones… de antaño, actual, local, del extranjero… También en la gastronomía. Urola Kosta es el universo de las imágenes, la textura y los sabores, y cada localidad tiene su propio embajador. Pero hay algo que nos une, en concreto, la parrilla, ancestral, que nos ha traído elaboraciones de alto nivel.
Las brasas incandescentes con el fuego sacan el auténtico sabor de los alimentos, anuncia las horas de comer, con un olor característico que perfuma todos los rincones de las calles, embellece las plazas y las calles, asadores por doquier, in situ… No tenemos secretos. Te daremos con orgullo lo que somos y lo que tenemos.
Una de las imágenes más bellas de Orio, la que no olvida quien la visita: barcos pesqueros descansando en fila en el último tramo del río Oria, amarrados junto a la plaza del pueblo, protegidos de las tempestades del mar. El mar provee alimentos de puro deleite a la comarca: anchoa, chicharro, atún, verdel, lubina, calamar, pez pequeño, merluza, angula, y por supuesto, besugo, llevado a escultura por Jorge Oteiza, descrito por Anjel Lertxundi y cantado en voz de Benito Lertxundi.
Tres grandes oriotarras. Prueba el besugo “al estiro de Orio”: aceite quemado, vinagre, ajo, pimiento… Antes de ello, ve y descubre los rastros de Oteiza en su localidad natal.
O acércate a la playa. O date una vuelta por su casco, en el empinado conjunto de casas del medievo. Aprecia las viviendas del siglo XVI, de estilo renacentista. Han sido habitadas por escritores/as, marineros/as, monjas, capitanes/as, comerciantes, constructores/as de barcos…
Una de las imágenes más bellas de Orio, la que no olvida quien la visita: barcos pesqueros descansando en fila en el último tramo del río Oria, amarrados junto a la plaza del pueblo, protegidos de las tempestades del mar. El mar provee alimentos de puro deleite a la comarca: anchoa, chicharro, atún, verdel, lubina, calamar, pez pequeño, merluza, angula, y por supuesto, besugo, llevado a escultura por Jorge Oteiza, descrito por Anjel Lertxundi y cantado en voz de Benito Lertxundi.
Tres grandes oriotarras. Prueba el besugo “al estiro de Orio”: aceite quemado, vinagre, ajo, pimiento… Antes de ello, ve y descubre los rastros de Oteiza en su localidad natal.
O acércate a la playa. O date una vuelta por su casco, en el empinado conjunto de casas del medievo. Aprecia las viviendas del siglo XVI, de estilo renacentista. Han sido habitadas por escritores/as, marineros/as, monjas, capitanes/as, comerciantes, constructores/as de barcos…