OTRAS VISITAS GASTRONÓMICAS

El txakolí es un vino blanco, joven y con sabor afrutado. Tiene una graduación media (9,5º – 11,5º) y tiene un punto de acidez que le confiere carácter. Es un vino de mucho carácter. Se ha de servir frío, y debido a la especial viticultura, junto con pequeñas agujas carbónicas, libera todo su contenido perfumado.

Vino joven por tradición

Con dos variedades de uva, Hondarribi Zuri (que ocupa el 95% del viñedo), y Hondarribi Beltza (el 5% restante); en los emparrados y con las uvas de los viñedos cultivados para el bosque realizamos el Txakolí de Getaria.

A principios de otoño se realiza una bien cuidada recogida de uvas, siempre buscando el equilibrio entre el azúcar y la acidez, y utilizando tecnologías modernas para el prensado y la fermentación. De esa manera, se trabaja concienzudamente la nueva uva para conseguir el Txakolí de Getaria.

La sidra ha sido durante siglos el sustento de nuestra alimentación, y una buena parte de nuestra cultura se la debemos a la sidra. La sidra lleva instaurada en Euskal Herria miles de años, tal y como muestran, los escritos, contratos o las viejas toponimias. Los manzanales han revestido nuestros montes durante años y nuestras instituciones han protegido con mucho mimo estos árboles y la propia sidra, tal y como se recoge en las Normas Forales de los diferentes territorios y en las normas de los diferentes municipios, hasta ahorcar a quien rompía un manzano.

Y si miramos a la historia, en la época dorada de Euskal Herria, vinculada al mar, fue la sidra la única bebida de los marineros y de toda la industria terrestre. En la pesca del bacalao y en la pesca de las ballenas, la sidra estaba presente en los barcos pesqueros del Atlántico Norte y, después, los barcos vascos que se dirigían a América se bebía sidra. Para cada marinero se necesitaban dos o tres litro de sidra al día. Gracias a la sidra, el temido escorbuto no atemorizaba a los marineros vascos. Mediante estos barcos se vendía nuestro sonado hierro, y a través de esos barcos se exportaban los abastecimientos necesarios. La sociedad industrial, mercantil y urbana que vivió una época dorada durante los siglos XVI y XVII no hubiera sido posible sin la sidra. Para satisfacer esa tremenda demanda de sidra se crearon máquinas gigantes para la creación de la sidra, es decir, los lagares góticos de los caseríos.

Gracias a nuestro clima los manzanos viven muy bien aquí, y además de sidra se han elaborado varias cosas con la manzana, como mosto o compota; la manzana ha dado y da mucho juego.

Cuando llegó el declive de la época dorada de Euskal Herria la producción de sidra descendió, así como la vigilancia masiva de manzanos. Pero, el sector de las sidrerías es un sector que se está reanimando poco a poco, se está trabajando para que esta costumbre y esta bebida que tan enraizada ha estado durante miles de años se ponga a disposición del público. Durante los últimos años se han dado grandes pasos en aras a recuperar la manzana local y buscar la calidad del producto.

Por lo tanto, recuerda, cuando bebemos sidra no estamos bebiendo una mera bebida refrescante, estamos bebiendo una bebida que es parte de la cultura y la historia de nuestro país, una bebida que ha estado vinculada no solamente al caserío, sino también a la mar y a la ciudad.