La mar siempre ha estado presente, y durante siglos la convivencia con el mar Cantábrico nos ha llevado a construir nuestro carácter marítimo. Ese carácter (el de aprovechar los recursos del mar) nos ha dejado ricos patrimonios y paisajes relacionados con el mar. Partiendo de esa relación estrecha creció y se construyó todo lo que nos rodea: la orientación de nuestras casas y caseríos, los temas de nuestras iglesias, la tipología de los árboles de los bosques, que se convertían en madera para los barcos y en carbón para las ferrerías, o los cultivos surgidos con la intención de producir sidra o txakolí, puesto que esas bebidas eran llevadas a largas expediciones. En nuestros pueblos nacieron personajes-navegantes conocidos a nivel internacional; entre otros, Juan Sebastián Elcano, Domingo Bonetxea o Manuel Agote. Fueron parte fundamental de la historia del mundo: el desarrollo de la caza de la ballena, expediciones de búsqueda, expediciones pesqueras (a Terranova y al Ártico), el desarrollo y la construcción de los navíos y los galeones que fueron los primeros barcos de la historia en navegar entre Océanos.
Cuando se cita el patrimonio del mar, muchas veces nos vienen a la mente los antiguos barcos guardados en los museos o las herramientas náuticas y las viejas infraestructuras portuarias. Muchos se sorprenderían hoy en día si escucharan que el paisaje de la comarca de Urola Kosta, ese paisaje del que son complemento los propios vecinos, ha sido creado gracias a la influencia que ha ejercido el mar durante siglos.
El paisaje comarcal es el resultado de iniciativas desarrolladas para explotar los recursos náuticos de la mano de los residentes en ese paisaje. A lo largo de la historia los resultados y los vestigios de esas iniciativas marítimas se han sedimentado en nuestro entorno, como el fango en las riberas de los ríos, y el resultado de ese proceso es el inigualable paisaje de Urola Kosta que podemos disfrutar actualmente. Por lo tanto, es un paisaje totalmente marítimo, lleno de patrimonio relacionado con la mar; es suficiente con alzar un poco la vista para ser conscientes y disfrutar de esa realidad.